La fiebre de las barras, y la del curso de barman, es un fenómeno mundial que llegó a Colombia hace unos años y tal vez, involuntariamente, le devolvió la vida a una bebida agonizante: el coctel.
La aceptación de este formato entre los colombianos ha sido tal, que la cultura de la mixología, como se llama al arte de entremezclar destilados y fermentados con otros ingredientes, se ha arraigado hasta el punto de hacer tambalear al vino, protagonista de la escena gastronómica durante más de una década.
En la ciudad de Bogotá existen ya múltiples barras bien establecidas y afamadas. No obstante, Cartagena no se queda atrás, con unas propuestas deliciosas en las que se puede pasar una tarde, con su noche, sin aburrirse y gozando de una extensa gama de coctelería de talla internacional. Breve guía para brindar en la urbe más conocida del país a nivel del mundo. Y… ¡Salud!
cinco p. m. Atardecer en El Barón
¿Por qué razón?
Por su coctelería de muy, muy alta calidad y sofisticación, desarrollada por mixólogos profesionales y por su consistente carta de coctelería de temporada.
¿Un coctel?
Creación de los mixólogos de planta, el rosarito es un sorprendente ‘sour’ a base de mezcal, cilantro, extracto de piña y gotas amargas de picante. Único y explosivo.
El plan
A eso de las cinco p. m., tras haberle hecho la siesta al almuerzo, bañado y ‘vestido para matar’, dirigirse a la plaza de San Pedro Claver, en donde se halla situado este pequeño gran bar. Puede decantarse por sentarse dentro en la barra para charlar con Óscar y Jeffer, los maestros mezcladores, o bien buscar una mesa en la plaza para gozar del atardecer y recrearse con la pasarela de una de las esquinas más recorridas de la Urbe Vieja. El rosarito o bien un New York sour –con ‘bourbon’ y un ‘splash’ de malbec– van maravillosamente con las ‘bruschettas’ de gamba, mayonesita picante y limón, que salen como por arte de birlibirloque de una micrococina en el local.
El encanto ‘clandestino’ de Eighty Six
ocho p. m. Cena en Desquiciante
¿Por qué razón?
Aparte de sus cocteles, por el entorno y el alimento, temas que cuidan con esfuerzo Nicolás Wiesner, su creador, y Felipe Arizabaleta, asociado de Desquiciante y autor de conceptos tan amenos y triunfantes como El Delincuente y Apache, en la ciudad de Bogotá.
¿Un coctel?
El margarita de mango biche, por audaz y refrescante. Sale ‘frapeado’ y lo preparan al minuto con fruta fresca y tequila de buenísima calidad.
El plan
Si no tiene mucha apetito, o bien anhelo, puede pasear sin inconveniente desde El Barón hasta Desquiciante, pasando por lugares icónicos como la Torre del Reloj. Cuando llegue a Getsemaní, busque la plaza de la Muy santa Trinidad. Desquiciante queda justo ahí, en en frente de la iglesia del mismo nombre. Si llegó caminando, puede refrescarse con un ‘corozo Collins’. Un trago largo a base de vodka, jugo de corozo y limón. Para comer hay una extensa carta de infrecuentes tapas, como la desgranada de langosta o bien el queso a la plancha con mermelada de cebolla.
diez p. m. A calentar motores en Café Havana
¿Por qué razón?
Por el son cubano en vivo y la fantástica geometría en ‘u’ de su barra, que deja un paneo total de la escena.
¿Un coctel?
El mojito cubano, indudablemente. Leal a la receta tradicional y desprendido.
El plan
Tras haber cenado, y si el ánimo se pone un tanto más intenso y caribeño, la próxima parada habría de ser Café Havana, a solo una cuadra de Desquiciante. Su decoración, la gran barra de madera, la música y los inacabables rones transportan en un momento a la capital cubana. Aquí, el orden es lograr un sitio en el costado opuesto de la barra, en el que toca la banda, y dejarse llevar por el embrujo del son, como Hemingway en el Floridita, en la Cuba de los años cincuenta.
doce a. m. Rematar bailando en Bazurto Social Club
¿Por qué razón?
Por su completa carta de coctelería ‘tropicalizada’ y por tener de las mejores propuestas de música en vivo de la urbe. Champeta pura a manos del DJ Arturo Corpas del mítico conjunto Sistema Solar y su alumno Fercho Lorduy.
¿Un coctel?
El machacado. Una mezcla de limón, mandarina y naranja, estrujada al minuto con ron añoso, soda y miel de abejas.
El plan
Tras el Son en Havana, posiblemente su espíritu lo invite a buscar algo más furioso y liberador a solo cuadra y media. Hay profesores de champeta y puede practicar la lección hasta las tres a. m.
Alquímico, un enorme comodín
¿Por qué razón?
Pues el sitio es mágico: tiene una barra que lo transporta a uno a otro tiempo, en la mitad de una arquitectura señorial, mas a la perfección amoldada a los tiempos modernos, que no deja indiferente a absolutamente nadie. Y por sus originales rones infusionados.
¿Un coctel?
La inquisición: infusión de ron de jengibre, limón tahiti, ‘syrup’ simple y sal de rosas.
El plan
Abierto desde las cinco p. m., este es un lugar ‘multimomento’: bueno para una copa en pareja al final del día o bien para compartir unos tragos con amigos tarde o bien temprano de la rumba. Un bar con encanto, muy seductor, en la Calle del Instituto Argentino de Cocteleria.